Estar en esta experiencia se ha comparado muchas veces con un teatro en el cual cada quien actúa diferentes personajes, variados y el repertorio lo selecciona cada uno de acuerdo a lo que necesita. Cada personaje cumple con la satisfacción de algo, se reconozca o no. Algunos son realizados con gran maestría.
Todos ellos cumplen con una gran tarea : ofrecer una identidad.
Al llenar esta condición las personas pueden afianzarse del rol, del papel que han estado actuando y creen que no pueden desprenderse de el, no se dan cuenta que han estado actuando. Les resulta difícil cambiar porque creen que pierden algo muy importante como lo es : la identidad y además no hay nada que poner en su lugar.
Realmente tienen razón, no hay nada que sustituya eso porque como no saben quienes son realmente, el papel que han jugado es muy importante. Así encontramos actores como : víctimas, victimarios , soberbios, mentirosos, flojos, trabajadores, irresponsables, generosos, falsos, infieles, exigentes, controladores, controlados, jefes,autoridades, inteligentes, tontos,simpáticos, etc.,
Todos conocemos este teatro y todos hemos participado.
Estas actuaciones nos han definido en algún momento de la vida , pero eso no es lo que somos. Actuamos para aprender y llega el momento de saber nuestra verdadera identidad.
Soltar todos estos roles es haber encontrado el camino hacia nuestro Ser y poder encontrar una identidad que no tiene que ver con la dependencia ni la satisfaccíón de las necesidades que uno no atiende y las pone en manos de quien se deje.
Conocernos, reconocernos, aceptarnos y amarnos es un propósito, un objetivo personal que nadie puede cubrir. Esas son nuestras necesidades reales, todo lo demás es creado por la mente y se llaman necesidades artificiales y estas son insaciables.
Amelia Camacho Guerrero.
24 Julio 2017.