Muchas veces no percibimos lo que recibimos cotidianamente y llegamos a pensar que ,como siempre contamos con ello , es natural que lo tengamos. Cosas diarias, rutinarias, que se nos ofrecen, como la casa ,la comida, la diversión, las vacaciones, la ropa , el estudio, los libros, el coche, el agua, la cama en que descansamos, los zapatos, e infinidad de cosas mas, que dependen del esfuerzo que, muchos a nuestro derredor, hacen para que vivamos como lo hacemos y no siempre tenemos tiempo para detenernos y agradecer a todos los que participan en nuestro bienestar. Infinidad de personas colaboran en la creación de todo lo que disfrutamos.
Nunca esta de mas reflexionar sobre el amor, hacerlo presente en nuestra vida, en nuestro pensamiento constantemente.
A mi Padre:
Reconocer la labor y la presencia de un padre en nuestra vida es una oportunidad de agradecer profundamente lo mucho que recibimos de esa persona que nos llena siempre de amor, de atenciones, de comodidades y de un respaldo y ayuda que no se compara con ninguna otra.
El pensamiento que interpreta esta carencia de manera repetitiva produce una respuesta que se manifiesta en la realidad como algo tangible y real.
Vernos abandonados, tristes, no queridos, frustrados ante múltiples eventos vividos en esa etapa, han dejado desolado, desatendido a un niño que no ha crecido psicológicamente y se ha estancado en aquellos eventos dolorosos. Cuando una situación actual nos recuerda alguno de esos momentos, la respuesta se repite desde el niño que aun sufre por lo vivido y no sabe cómo salir de ese espacio doloroso.
Volver a esos momentos con la consciencia de hoy, que comprende que la ignorancia impidió que pudiéramos ver esos momentos como hechos ya sucedidos, sin culpa, sin reclamos o lamentaciones por las interpretaciones que se hicieron ante la respuesta que se vivió, requiere de valor, sinceridad, mucho amor y aceptación para guiar la experiencia en una dirección diferente. De otra manera la herida que la niñez tiene no se sana y seguirá sangrando a lo largo de la vida.
Encontrarnos con el niño y sus interpretaciones, sus dolores y sufrimientos, es enfrentarnos a nuestra propia capacidad de ayuda. Pensar en cómo consolarnos, expresarnos aceptación, sin torturarnos más con los recuerdos y pensamientos que nos llevan ahí; abrazar y amar a ese desvalido niño que lo único que pide es amor ,aceptación y atención, es dar un paso muy grande para aliviar la necesidad de de revivir una y otra vez esa experiencia.
Ofrecer nuestro corazón como su casa, ofrecer nuestro amor incondicional a ese pequeño es reconocer que al único que le puede pedir eso es a uno mismo y solo uno mismo lo puede ayudar.
El sentimiento de abandono es un gran impulso para el crecimiento interno y la comprensión de que esta dura lección, es el recuerdo de nuestro propio abandono, es ayuda para que asumamos la responsabilidad de amarnos y aceptarnos en todo momento.
Ver a ese niño con ternura, con suavidad, con dulzura para darle hoy el producto de una elevada consciencia que nos acerca al ser que somos y que facilita el proceso de reconocer y atender las necesidades que, en cada etapa de nuestra vida aparecen, para recordarnos nuestro objetivo primordial, que es, amarnos por encima de todo y así ser capaces de amar a los demás de igual manera.
Muchas son las imagenes que tenemos de los maestros que pasan por nuestra vida.
El Ser, por naturaleza, tiene estados internos que son diferentes a los que comúnmente se viven a través del ego. Los valores esenciales tienen que ver con el desarrollo del ser y son acordes a su forma de expresarse.
Para el Ser el valor del amor es fundamental, la armonía, la alegría, la belleza, la paz interna, el respeto por los demás, el disfrute de la vida, la aceptación de las diferencias y todo esto lo integra en un comportamiento que se ve en la respuesta cotidiana para consigo mismo y para los demás. Se convierte en su forma de vida.
El Ser Humano se diferencia del animal racional por tener la Consciencia que le permite la auto reflexión, por lo que se hace responsable de sus actos y sus consecuencias. Es la consciencia de sí, lo que lo hace humano ya que sin esto sería conducido por reacciones e instintos sin hacerse responsable de ellas ni darse cuenta del efecto que tienen en el mundo en que vive.
Conocer los estados en que normalmente vivimos nos permite valorar nuestro desarrollo y saber si seguimos actuando de manera instintiva o ya hemos accedido al grupo de los seres humanos.
Hoy más que nunca pensemos en esto.
Cada creencia crea realidad en el mundo que se manifiestan las experiencias que cada creador vive. Por ello la realidad individual se corresponde con la forma de pensar de cada uno. No ha de sorprender el que cada convicción del mundo se vea sostenida con los hechos que la comprueban. Así cada persona cree en lo que experimenta sin asumir que es su propia creación. La vida es y es interpretada por cada ser de acuerdo a sus creencia y todo lo aprendido en su experiencia humana.
Creer que puede cambiarla es saber el gran poder que su pensamiento tiene y reconocer que ese poder se manifiesta con su mente, con su forma de pensar y sentir, es también abrirse al conocimiento de la fuerza que le asiste todo el tiempo.
Al ser capaces de tomar la responsabilidad de nuestro pensamiento e ideas somos capaces también de tomar un rumbo diferente en estas creaciones y así cambiar la percepción que tenemos del mundo como algo fijo que sucede frente a nosotros sin nuestra participación.
La vida se vive en el interior de cada uno. Es única y especial en si misma. No tiene igual porque todos percibimos lo que tenemos ante nuestros ojos de manera diferente. La consciencia ,en sus distintos niveles, hace que la atención se mueva en variadas direcciones por tanto el resultado de la observación está en donde está la atención.
Las formas de ver la vida son tan variadas como personas hay en el mundo.