Se puede creer que somos responsables de nosotros mismos por trabajar y mantenernos, pagar nuestras deudas y compromisos, ser puntuales, cuidar nuestro hogar o hacer negocios, ser amigos atentos y bien preparados, y si, todo eso habla bien del comportamiento que tenemos y de una manera responsable de vivir.
Sin embargo hay otra faceta de la responsabilidad personal que toca otros aspectos de nuestra vida y de la relación con nosotros mismos.
Todo aquello que se vive en el interior de cada uno, los estados internos, la paz, el disfrute, la armonía, la felicidad, la abundancia, la alegría, la capacidad de amar, los sentimientos, los pensamientos, la ira, el malestar y demás : son mi responsabilidad y ¿ así lo asumo? ¿ Comprendo que lo que vivo ahí es de mi incumbencia o culpo a otros por lo que experimento?
Tomar cada una de estas opciones y saber que la forma en que las experimento depende de la comprensión que yo tengo de como percibo, interpreto y significo cada evento equivale a asumir los resultados de ello. Así no busco culpables de nada de lo que vivo y nadie tiene el poder de hacer que mi vida dependa de lo que otros hacen o piensen.
El poder está en mi y en lo que yo elijo experimentar, mi forma de responder dependerá de la consciencia que tenga de mi y de la forma en que asumo la responsabilidad de lo que soy, suelto así la dependencia y la necesidad de que los demás me den lo que solo yo puedo darme.
Esta respuesta me libera y también libera a los demás.
Mi vida se vive dentro de mi y mis pensamientos, sentimientos, emociones y acciones son mi responsabilidad. La coherencia entre ellas me da tranquilidad, confianza y seguridad en las decisiones que tomo y evito culpar a los demás por lo que yo decido expresar.
La culpa genera deudas y las deudas se cobran de manera esclavizante.
Amelia Camacho Guerrero.
11 septiembre 2018.