La experiencia que vivimos depende mucho de lo que ponemos en ella, de como la procesamos y de la interpretación que hacemos de ella. En muchos casos nos cuesta mucho trabajo ver lo que cada evento produce en nosotros y el dolor que se vive se esconde en rincones que no podemos ver a menos de que hagamos un muy profundo trabajo con decisión y deseo de cambio interno.
Esto , por supuesto que incluye fuerza, valor y honestidad con uno mismo, porque el ego tiende redes de protección que le ayudan a mantener oculto todo aquello que permita que la consciencia sane lo que entorpece nuestro despertar.
Todo aquello que nos ha provocado vulnerabilidad o dolor y no hayamos querido aceptar por todas las protecciones creadas para sobrevivir ha hecho que las heridas no se atiendan con aceptación siendo digeridas adecuadamente. Ignoramos el daño que, escondernos de ellas genera, por eso cuesta reconocerlas y atender amorosamente cada una de ellas.
El ego se construyó para sobrevivir en un mundo que requería de ello pero llega el momento en que todo tiene que iluminarse para ofrecernos otras alternativas. Reconocernos vulnerables y en ocasiones débiles ante las experiencias que vivimos no es grato para el ego, porque el se debilita, por tanto trata de fortalecer las defensas creadas y la armadura tan bien hecha se activa para que todo siga así, ignorando también la fuerza con que salimos adelante. Esto no ayuda en la recuperación de ese poder interno que tenemos y que necesitamos para aceptar que somos capaces de mucho mas de lo que imaginamos para vernos con el amor que necesitamos para sanar.
No hay dolor mas grande que el saberse abandonado por uno mismo.
Saber que el dolor, el sufrimiento creado fue solo debido a la percepción propia , porque esa era la única manera en que pudimos hacerlo, ayuda a superar y trascenderlo todo. Esto implica la manifestación de la responsabilidad que, al optar por este trabajo, tomamos para nuestro propio beneficio. Es un acto de amor por nosotros mismos. Es la liberación de ataduras mentales. Es la flexibilidad mental para cambiar conceptos e ideas que mantienen la idea de que los demás son culpables de lo que en nuestro interior sucede y, ¡ oh sorpresa !.... en el interior de uno solo sucede lo que cada uno permite, ahí es donde se vive la vida, en ningún otro lugar, todo lo demás sucede afuera. Y a uno nunca le sucede nada, todo pasa afuera. Si uno no reconoce esto , todo se lleva al interior y cree que pasa adentro.
Nos movemos en un escenario con infinidad de impresiones y situaciones que aparecen ante nuestros ojos sin interpretación alguna, nosotros les damos sentido e interpretación con todo lo que es la experiencia de lo vivido, el material es nuestro y de nadie mas, por eso una misma cosa es diferente en cada persona. Nada es igual para nadie.
Sacar todo, verlo todo a la luz de la consciencia, es hacer una revisión profunda de lo que ha sido la manera de interpretar lo que ha sido la vida. Una vida interior que nadie conoce mas que uno mismo, una vida que solo uno sabe lo que contiene. Verla sin juicio con total aceptación de lo que haya sido y como haya sido, saber que , como haya sido estuvo bien de acuerdo a lo que en ese momento la consciencia existente dictó y reconciliarse con las decisiones tomadas, no lamentarse de nada porque todos son los hechos que hoy me dan experiencia y sabiduría para crear algo diferente. Atrévete a ver con otros ojos, arriesga todo por amor a ti, lo único que puedes perder es...ego, y vale la pena.
Deja el miedo a un lado y llénate del reconocimiento que nos ofrece vernos ante la riqueza de lo aprendido, ante la fortaleza no reconocida, ante la consciencia de uno mismo que es el recuerdo de lo que realmente somos.
Todo adquiere una dimensión distinta. Todo parece diferente y el único cambio fue en tu interior, lo demás puede seguir igual pero para ti es otra cosa distinta.
Amelia Camacho Guerrero.
30 Enero 2018.