La vida nos da oportunidades para experimentar infinidad de momentos que podemos disfrutar o sufrir, de aprender o repetir una y otra vez hasta asimilar el conocimiento que encierran.
Vivirlo todo, gozarlo todo con la intensidad que cada uno quiera o pasar por la vida sin ningún énfasis ni emoción sufriendo a cada paso los eventos que se presentan. La vida nos enseña la maravilla de la creación a cada instante, el privilegio que es sentirla fluir en nuestro cuerpo, en nuestro Ser, valorando siempre que es lo mas preciado que tenemos y aprovechando cada segundo de existencia, siendo conscientes de su significado, percibiendo y llenándonos de las maravillas que nos ofrece.
Vivir es también darnos cuenta que la muerte camina a nuestro lado siempre. La experimentamos cuando vemos cambios y transformaciones que nos duelen y que podemos no comprender y por ello sufrimos o disfrutamos. Todos los días muere algo en nosotros , muchas veces sin darnos cuenta de ello. Mueren células, se renuevan, mueren ideas que también se renuevan, mueren ilusiones que nos facilitan la creación de otras formas de vida, nacen metas distintas, nacen actitudes diferentes, pensamientos, encuentros y desencuentros,.... todo es nuevo cada momento y si embargo, en la inconsciencia pensamos que nada cambia , que todo es permanente, que todo es para siempre.
La muerte nos enseña mucho y hemos aprendido a verla con miedo, con temor, con angustia porque no tenemos una comprensión diferente a lo aprendido. Nuestra educación nos ha dado muy poco para poder aceptarla como algo natural en esta existencia. Hemos aprendido a sufrirla a verla como una amenaza que nos quita y nos despoja de todo. Todo esto es consecuencia de haber creído que somos poseedores de lo que tenemos, personas, cosas, cuerpo, todo absolutamente todo.
Transitamos por esta vida cuidando de que nada nos sea arrebatado y cuando la flaca se aparece nos hace temblar.
Darnos cuenta de que nada nos pertenece, de que podemos disfrutar todo sin apropiarnos de nada , la vida cambia y mucho.
Esto significa que hay mucho que dejar atrás para poder vivir sin apegos y dependencias. La creación nos ofrece toda su riqueza para disfrutar nuestra estancia en este mundo, para administrarla lo mejor que podamos porque tarde que temprano dejaremos este mundo y todo aquello y aquellos que nos acompañaron continuaran y nosotros tendremos otras oportunidades. Aprendemos a apegarnos a creer que sin todo lo que tenemos no podríamos seguir y si embargo .....seguimos.
La vida solo nos despoja de la oportunidad de dar, de compartir lo que somos, de amar tanto como podamos y cuando no lo hacemos , lo que nos duele es no haberlo hecho. La oportunidad se fué y no vuelve. Esa es una gran enseñanza que habrá que recordar constantemente. Por ello dar se convierte en un objetivo muy importante para eliminar los "hubiera" de nuestra vida.
Amar, comprender que no hay garantía de permanencia nunca, que no dejemos para después nada, que nos reconciliemos con nosotros y con todos para no tener pendientes de entrega, nuestros amores, nuestras palabras, nuestras caricias, nuestra presencia, nuestra expresión, nuestra compañía, todo lo que nos llena y que a veces, por razones egoicas, dejamos de solucionar.
Al tiempo podemos arrepentirnos y ya será tarde para hacerlo. La muerte no es para sufrirla es para aceptarla como parte de esta experiencia humana, la gran diferencia esta en saber para que estamos aquí, quienes somos y cual es el objetivo de vivir.
Nos duele que alguien se vaya, que ya no este mas con nosotros pero cuando le hemos dado todo, el dolor es mas fácil de sobrellevar y puede convertirse en el mas profundo agradecimiento por todo lo compartido sabiendo que su presencia nos ofreció múltiples regalos. Lo dejamos ir con amor y continuamos en este camino sabiéndonos bendecidos por su compañía. Nada habrá que lamentar. No habrá deudas, estaremos en paz y ellos también podrán descansar en paz.
Amelia Camacho Guerrero.
27 Octubre 2016.
