Vivir para crear.


Mucho de lo que hemos experimentado ha tenido diferentes propósitos y en las distintas etapas de la vida esto ha estado conectado a las necesidades del momento.

Por mucho tiempo las acciones realizadas sirvieron para sostener una personalidad creada para el mundo, para el exterior, todo tuvo sentido para lograr ser visto, tener presencia en el entorno, para tener reconocimiento y realizar una ocupación.

Para eso nos preparamos, estudiamos mucho, nos esmeramos en distinguirnos de los demás y así acumulamos méritos.

Más adelante ésta personalidad es la identidad con la que nos mostramos al mundo, sin darnos cuenta de que es una identidad creada para sobrevivir, para obtener una buena remuneración, para ser alguien, para ser admirados.

Nada de esto es dañino mientras no nos interesa saber quiénes somos realmente.

Cuando las preguntas fundamentales surgen nada llena el vacío que interiormente pide asistencia y respuestas. Es cuando podemos darnos cuenta de que todo lo hecho ya no tiene el mismo significado.

Ahora es necesario un soporte firme que nos dé confianza y conocimiento de lo que en verdad somos.

Nada está de más, todo cumple una función en cada etapa. El tiempo presente exige poner todo en su lugar. La evolución no se detiene. Todo cambia. Lo que tuvo predominancia hoy ya no la tiene.

La consciencia que se percata de la realidad busca nuevos significados y nos lleva al encuentro con nosotros mismos.

Esto facilita que podamos distinguir lo que somos de lo creímos ser.  Podremos continuar con las actividades profesionales logradas con mucho trabajo pero ya no les daremos el poder de una identidad falsa.

Seremos capaces de disfrutar lo que hacemos e incluso de cambiar la ocupación para dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a actividades que satisfagan la necesidad de creación de nuestro ser. 

Nuestro máximo interés será enfocado en la realización del propósito que descubramos en el camino hacia nosotros mismos.

Está transformación representa una sacudida muy intensa  que requiere de atención y decisión, de valentía, de consciencia y comprensión, de amor por uno mismo.

Nadie puede hacer nada que uno no decida hacer, el proceso es personal y voluntario.

Este momento se presenta de diversas maneras para todos, crea confusión, desconcierto, tristeza, pero finalmente nos conduce a una vida libre de ataduras y condicionamientos.


Amelia Camacho Guerrero.

25 enero 2022.