Vivir el amor.


Todos en esta experiencia humana queremos vivir el amor. En cada etapa de la vida la búsqueda puede ser diferente pero la necesidad de conocer y encontrar esta preciosa forma de vivir se convierte en un objetivo de las relaciones.

Todas ellas dan la oportunidad de despertar el amor que todos poseemos y que al ignorarlo, nos empeñamos en encontrar este tesoro siempre afuera y pensamos que alguien ha de traerlo a nuestra vida.

Así pretendemos ver un prospecto en cada persona que se presenta en el camino.

Esta percepción conduce a muchas desilusiones y a frustraciones que crean desconfianza e inseguridad que crea ideas que alejan del acercamiento a algo tan maravilloso como sentir el amor y poder compartirlo. Pensar que el que ama sufre, que el amor duele, que armar es difícil, se convierten en paradigmas que rigen cada experiencia.

Este condicionamiento aprendido a lo largo de la vida , ha dado como resultado el abandono de nosotros mismos provocando la dependencia y el apego a ideas equivocadas en relación a que el amor llega a nuestra vida por conducto de los demás.  La frustración y desilusión es constante y la espera se hace interminable ante algo que, de esta manera, no se cumplirá.

La consciencia hace que busquemos este preciado tesoro  dentro de nosotros primero y nos ayuda a volver los ojos hacia el interior para reconocer que nunca ha estado en otro lado sino en el interior nuestro, aguardando para ser manifestado.

Desear el amor es un llamado del ser muy profundo, es el clamor de encuentro con nosotros mismos, es la búsqueda de lo trascendente, es el objetivo de la vida, es la naturaleza del ser que somos, es el momento de despertar la naturaleza espiritual con toda su inteligencia y sabiduría para vivir la experiencia humana desde lo mas elevado que yace en todos los seres humanos.


Amelia Camacho Guerrero.

10 septiembre 2019.