Tu vida cambia, si tú cambias.

Esto se ha dicho muchas veces y lo hemos oído en muchas voces.

Que tanto resuena en cada uno y que tanto lo podemos corroborar a través de nuestra experiencia, es algo que podríamos conversar por mucho rato.

Es una verdad que muchas personas han probado y saben a ciencia cierta. Otras lo ponen en duda porque llevarlo a cabo exige mucho trabajo y atención personal.  No todos lo hacen y no a todos les interesa.

Hacer cambios importantes, a muchos les asusta, a otros simplemente les resulta imposible. Los cambios los hacemos cotidianamente , hay cosas que nos conducen a modificaciones y actitudes nuevas a formas distintas de responder y ni cuenta nos damos de lo fácil que resultó hacerlo.  Cuando comprendemos el porque de un cambio , lo hacemos suave y fácil.

Hablamos de una zona de confort que es más bien una zona de desidia, un estado de flojera, de pereza mental en la que nos estancamos y no deseamos mover nada pero seguimos deseando que suceda algo que mejore la situación.

Nada se cambió, por supuesto que no. Nada cambia sin la voluntad de hacerlo.  La consciencia que tenemos de la necesidad de vivir en armonía hace que  emprendamos la tarea y observemos los cambios de pensamientos, acciones y respuestas que ayudan a manifestar cambios sustanciales en la vida.


Amelia Camacho Guerrero.

3 agosto 2021.