La resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más al concepto de resiliencia: no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.
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Desarrollar esta habilidad es resultado del trabajo interno que una persona hace al conocerse y enfocar su atención en su bienestar personal reconociendo el inmenso potencial que existe en su interior. Darse cuenta de que existe una fuerza interna que todos poseemos y que siempre nos ayuda a superar las experiencias que hemos elegido vivir. Todo esto es posible para quien se interesa en aprender a cambiar actitudes y conocerse, aprender a retomar el camino con aceptación y profundo amor por uno mismo. Conocimiento y aplicación de lo que nos ofrece una visión diferente de la experiencia y una reconciliación con todo lo que nos rodea.
Amelia Camacho Guerrero.
22 Octubre 2015.