El poder de decisión siempre ha estado presente en todos nuestros actos, elegimos siempre, aún y cuando queramos creer que somos inducidos o en muchas ocasiones forzados a hacer algo.
La elección de lo que hemos hecho ha estado en nuestras manos. No nos gusta pensar en esto porque ha sido muy cómodo descargar la responsabilidad del resultado en otras personas. Nos dejamos llevar por opiniones y deseos ajenos, personas que tienen autoridad reconocida por nosotros y así nos liberamos de asumir la decisión que nos corresponde.
La ignorancia cubre esto con justificaciones aprendidas y así no vemos la inconsciencia de nuestras respuestas.
Libre albedrío se ha usado para cuando queremos hacer valer una acción que nos conviene, pero ejecutar este valor conlleva mucha voluntad y consciencia, responsabilidad y libertad de pensamiento.
El libre albedrío nos compromete con nosotros mismos y con el resultado de las acciones que realizamos demandando valentía y claridad, coherencia y determinación.
El compromiso con uno mismo manifiesta esta capacidad para dar pasos firmes en dirección hacia el propio crecimiento, hacia el desarrollo del ser íntegro. El libre albedrío conduce al individuo al centro de su ser, a la búsqueda de si mismo y a la elevación de consciencia.
El despertar de la consciencia es liberador porque descarga de culpas y responsabilidades a los demás, de resentimientos y odios, de malentendidos y emociones negativas en el individuo.
Amelia Camacho Guerrero.
20 septiembre 2022.