La indiferencia afectiva se caracteriza por una actitud de frialdad en la que la ausencia de emociones, la incapacidad para expresar los sentimientos no van hacia ninguna dirección, no hay rechazo, no hay amor, no hay odio, no hay nada que conecte con el otro.
Es una manera de no tomar en cuenta a lo que te rodea, es una forma de neurosis.
Es dañina y afecta toda relación, destruye y victimiza, aleja a las personas y produce vacios que solo con un cambio de actitud pueden ser llenados. Muchas veces se usa como instrumento para llamar la atención, pero se puede lastimar mucho al otro y así provocar el total alejamiento y separación de las personas.
La indiferencia se puede manifestar ante todo lo que rodea a la persona, nada le provoca ninguna respuesta emocional, nada lo saca de ese estado de frialdad emocional, es neutra la forma en que actúa.
Al haber una emoción, sea cual sea, es un indicador de que algo importa y deja huella. El coraje, la rabia, la molestia, el dolor, el rechazo nos mueve en una u otra dirección. Todas estas emociones son una respuesta a expectativas no cumplidas. Todas ellas nos conectan con la forma en que una persona se manifiesta ante los eventos que vive y esto le permite conocer la manera en que puede conocer la significación que da a lo que experimenta para conocerse y darse cuenta de sus respuestas emocionales.
Incursionar en esta exploración de sentimientos y emociones ofrece la posibilidad de obtener un desarrollo psicológico para crecer dando a cada momento una visión de lo que las emociones y su expresión requieren, ya que, no es inhibiéndolas como aprendemos a conducirlas, sino dando la cara a cada una de ellas para reconocer el mensaje de conocimiento que nos dan. Esto puede no ser sencillo para algunos porque son la forma de ver la verdad de uno mismo ante la capacidad o incapacidad emocional que a veces no quiere verse y menos aceptarse.
Amelia Camacho Guerrero.
13 Octubre 2015.