El deterioro de las instituciones ha dado como resultado respuestas que desde la perspectiva social han afectado el comportamiento humano.
La familia observa cambios drásticos en las maneras en que hoy se manifiestan sus integrantes. Padres e hijos ven deterioradas sus relaciones. Es difícil el contacto y la expresión de la autoridad carece del respeto y la consideración necesaria que permita fortalecer los fundamentos que está sagrada institución ha de ofrecer.
Vivimos en una sociedad que nos muestra el descuido hacia el desarrollo del ser humano en el sentido espiritual y no religioso, sino en el aspecto humano. Los valores fundamentales para todas las relaciones desde el ser.
Se pueden crear nuevos proyectos y programas educativos más no es la información y su cantidad o calidad la que cubra esta deficiencia.
La ausencia de toda responsabilidad, respeto, agradecimiento, gentileza, atención, disciplina, orden , compromiso, expresión, es evidente y preocupante.
Cierto es que el lenguaje es dinámico y cambiante y se modifica de acuerdo a épocas y edades, más eso no es así con los valores provenientes de un fundamento y sostén adquirido en un núcleo familiar sólido, que redunda en un respaldo para los individuos.
La autoridad se ha diluido de tal manera que afecta todos los ámbitos. Los padres, maestros, y jerarquías en general se ven sin reconocimiento y esto da como resultado un estado de confusión e incertidumbre.
La perdida del sentido de lo sagrado, lo que ha de preservarse está fuera de consideración.
La modernidad ha transmitido mensajes de manera tan sutil que ni siquiera nos hemos percatado de los cambios a los que nos ha conducido , alterando aspectos fundamentales en la vida de todos.
Proteger la base, la institución familiar, la educativa, cultural, espiritual, con arte, música, amor por la sabiduría son acciones que hemos de tener en cuenta para ayudar al desarrollo de todos.
Amelia Camacho Guerrero.
26 agosto 2019.