La culpabilidad.


La experiencia humana está llena de momentos que tienen las oportunidades para aprender y acumular el resultado de lo que nuestra alma elige para el desarrollo y evolución de la consciencia.

Cuando experimentamos sin recordar quienes somos estamos sujetos a todas las formas de condicionamiento que existen en la tercera dimensión y que al estar en una baja densidad sostienen y nutren la inconsciencia en la que vivimos.

Una forma de acondicionamiento es la culpa. Crecimos tratando de satisfacer las expectativas de todo y de todos. La perfección, el que todo salga  siempre bien es una exigencia.

Las reglas que impone la sociedad y el escenario donde estamos incluyen la anulación de lo que somos. 

No nos damos cuenta de que al experimentar hemos de intentar una y otra vez lo que queremos conocer, lo que deseamos saber.  Por eso debiéramos ser conscientes de que al intentar el conocimiento corregimos hasta hacernos conscientes de lo que deseamos saber.

Así la culpabilidad es una compañera constante porque nunca se satisface a nadie, ni a Dios, que es un ser castigador y que está muy lejos de nosotros.

Culpa de no ser suficiente, de no dar lo que los otros esperan, de no cumplir con las expectativas que otros esperan de uno, de no tener la belleza que establece la sociedad, de no tener ningún poder, de no ser digno de la divinidad creadora, de no amar lo suficiente para retener a los que se necesitan etcétera, así se vive tratando de liberarse de esa programación que estanca y mantiene en la ignorancia.

El sufrimiento es enorme y el enjuiciamiento hacia uno mismo es una tortura. Así la frecuencia vibratoria se mantiene baja.

En un experimento se intenta una y otra vez para lograr el resultado deseado y es una gran satisfacción lograrlo. No hay necesidad de cargar con culpas.

La consciencia que se amplia y abre posibilidades de comprensión para liberarnos de todo esto y recuperar la identidad que nos conduce a la verdad de nuestro ser.


Amelia Camacho Guerrero.

10 septiembre 2023.