La Culpa. Segunda parte.




Culparnos nos ha llevado a momentos muy difíciles. La culpa ha acompañado a mucha gente a lo largo de su vida. Esta actitud ha  conducido a simulación y engaño, a complacencia excesiva, a tolerancia desmedida, a conductas que han permitido violencia y agresión, a falta de respeto por si mismos, abusos, insultos, exigencias, sumisión, pérdida de la voluntad, sufrimiento, depresión, tristeza, ira, enfermedad.

La culpa se asume como resultado de la ignorancia que se tiene de uno mismo. Por la necesidad que se tiene de ser reconocido y querido por alguien. La culpa es como veneno que no deja vivir.  La culpa genera deudas y las deudas se cobran.

 A veces ni cuenta se dan las personas del precio que tiene para ellas mismas.  Ellas producen todo: la deuda y el pago.  Se valoran tan  mal que creen que merecen eso. Se ven deficientes ante la percepción de si mismos y el autocastigo no se hace esperar. Otras veces la culpa es señalada por otro ante su incapacidad para asumir la responsabilidad de su propia vida haciendo responsable al que se deje.

El culpable pide perdón constantemente siempre con la idea personal de que lo que haga no es suficiente ya que el juicio que hace de el mismo es muy rígido y su soberbia le hace pensar que el es el causante de la desgracia de los demás. Todos somos responsables de nuestra propia desgracia, nada ni nadie puede causar lo que vivimos, salvo nosotros  mismos, nadie tiene ese poder, eso sucede solo si uno así lo quiere.

La vida la vive cada uno dentro de sí y lo que pasa en su interior es únicamente responsabilidad de cada uno ya que nadie puede hacerte sentir lo que tu no quieras, en tu mundo interno nadie decide, solo tú.     Si crees que no es así piensa a quien quieres manipular, a quien le estas poniendo en las manos la responsabilidad de tu vida, porque si es así, se la vas a cobrar de alguna forma cuando no cumpla con lo que quieres.  

Decimos al orar : " perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores ",sin darnos cuenta de que esto significa que nos hagamos cargo de nosotros y dejemos de poner cargas de  culpa y responsabilidad en quien no la tiene.Pedimos perdón a Dios sin saber que " Dios no Perdona, porque Dios no condena nunca", los que lo hacemos somos nosotros al juzgar como lo hacemos.

Liberarnos de  culpas y liberar a los demás es un acto de consciencia y de amor.

Aprender a vivir con la libertad que fuimos creados, asumir lo que nos corresponde y ayudar a los demás a que también lo  hagan, compartir y entregarnos lo mejor y no lo que nos destruye y nos daña es un excelente propósito para terminar este año.


Amelia Camacho Guerrero.

8 Diciembre 2015.