Esta actitud tan practicada por todos con la idea de que es producto de generosidad o de simpatia no siempre significa que sea así. Muchas veces por la incapacidad de negar un servicio o un favor se complace aún en contra de uno mismo. No saber decir No por miedo o por temor a perder algo, por intimidación, por debilidad, hace que se actue, con lo que llega a considerarse un rasgo de bondad.
La excesiva complacencia habla de la necesidad de atención, de reconocimiento, de afecto que se tiene y que se cree poder obtener satisfaciendo con extrema exigencia los requerimientos de los demás. El ego se nutre y cada vez exige más.
Este tipo de complacencia agota y produce frustracion al no satisfacer las expectativas de recompensa convirtiéndose en recriminacion y sufrimiento, culpabilidad e ingratitud.
Complacer por amor, por consciencia, por que se quiere, por voluntad propia es muy diferente y es propio de la consciencia de uno mismo.
Amelia Camacho Guerrero.
30 Enero 2018.