La amistad no se diluye con el tiempo.
Tampoco desaparece en la distancia.
No se debilita con ausencia.
No es vulnerable ante el juicio ajeno.
No exige ni demanda.
Se fortalece en el corazón,
se nutre en el alma y vive en la eternidad.
Es expresión única y valiosa.
Ni la muerte la destruye.
Crece y va de la mano del amor.
Une e ilumina nuestro paso por la tierra.
Nos acerca al cielo para ver a Dios en los ojos del amigo.
Amelia Camacho Guerrero.
10 Febrero 2016.