La alegría de vivir y la alegría de morir.

Mucho hay en referencia a la vida su cuidado, su defensa, su amor y su preservación. Muchas otras en atención a su forma de interpretarla. Para muchos la vida puede ser difícil, complicada, sufrida, alegre, hermosa, una fiesta, un carnaval, una aventura o algo indescifrable.

La vida es.  Y cada uno la vive como la interpreta. La vida fluye en toda la creación. Es un privilegio y está llena de energía y recursos, de oportunidades para todos, de estímulos, de impresiones que dan a todas las personas elecciones que tienen infinitas posibilidades para experimentar lo que cada uno elija.

La vida es el medio para la experiencia humana, sin ella, nada de lo que vemos es posible. La vida es eterna. La creación es la poderosa expresión de ella.

Es razón suficiente para llenarnos de alegría. Sentir alegría de estar vivos y disfrutar todo es una forma de apreciar lo que nos ofrece. Alegria por lo que vive y también por lo que muere, dándonos cuenta de que ambas forman parte de lo mismo. Nuestra vida da esa opción.

 Todos los días muere algo en nosotros y nacen nuevas cosas. Pensamientos, ideas, creencias, emociones y sentimientos, células, personas, actitudes y mil cosas más.

Separar una de otra es imposible.

Celebrar la vida es también celebrar la muerte, que también es vida en diferente forma. Todo continúa y es la vida que se seguirá expresando por siempre y para siempre.

Llegar a la comprensión de esto permite que seamos conscientes de que esta experiencia humana es para disfrutarlo todo, nadie vino a sufrir, nadie vino a olvidarse de si mismo. Todos quisimos estar aquí para gozar lo que la creación nos ofrece. Aprendimos cosas contrarias a este propósito.

Es hora de recordar ,es hora de vivir y dejar atrás lo que impide que manifestamos lo que somos y seamos los espíritus que expresan la presencia del creador en cada ser.


Amelia Camacho Guerrero.

11 junio 2019.