Las buenas intenciones y deseos que constantemente aparecen en la mente y que carecen de la atención y la voluntad necesaria para su realización, se pierden pero dan la falsa idea de permanencia.
Si, podemos pasarnos la vida con la mente llena de buenas intenciones y realmente las vivimos por instantes, es cierto, pero al no cumplirse se convierten en ilusiones que nos mantienen dormidos, inconscientes.
Ignoramos que la intencionalidad que ha de ser parte de las acciones, conlleva la inclusión de la voluntad y no del deseo. Estos dos términos son confundidos. No es lo mismo.
La fuerza de voluntad requiere de consciencia de esfuerzo para vencer ese producto mental que surge tan abundantemente del ego y que al ser atendido engaña y hace creer que porque hacemos lo que queremos y nos complacemos , tenemos fuerza de voluntad. Todo lo contrario.
Ir en contra de lo que el ego demanda implica el fortalecimiento de la voluntad y de la intención que solo con la atención que mantengamos en nuestros propósitos podremos conseguir.
Voluntad, intención y atención son producto de un trabajo constante, de la observación frecuente, de la decisión de cambio y de la consciencia.
Salir de la ilusión de creer que hacemos lo que no hacemos y vernos con honestidad para así llegar a la comprensión de todo lo aprendido es un paso muy importante.
El ego se disfraza con muy buenas intenciones y puede ser que caigamos en la trampa sin darnos cuenta creyendo algo muy diferente.
Amelia Camacho Guerrero.
11 junio 2020.