El cuerpo que, muchas veces ignoramos, del cual creemos saberlo todo, ha estado a la espera y cuidado del reconocimiento y amor que merece de nosotros mismos.
Vivimos en un palacio y lo hemos tratado con descuido y hemos dado por sentado que siempre será lo que pensamos que es.
Ignoramos que todo pensamiento y emoción deja huella en el y afecta su funcionamiento.
La consciencia de hoy cambia nuestra visión del hogar que tenemos y nos permite ofrecerle lo que antes le negamos.
Amor para manifestar el respeto y la admiración, la consciencia de saber y reconocer la divinidad habitando un templo amado y cuidado con la consciencia más elevada y el conocimiento profundo de lo que es el cuerpo y su biología, sus funciones y sus infinitos talentos y capacidades.
Tratarlo de la más amorosa manera, como no ha sido atendido.
Saber que en palabras, pensamientos, emociones y sentimientos impregnamos en él , efectos que más tarde veremos reflejados en armonía y salud.
Es hasta que el autoconocimiento nos ayuda a vernos y a darnos cuenta de que la casa que habitamos tiene las condiciones que hemos creado.
El templo exige que las condiciones de vida sean de la mas alta calidad para que nuestro ser disfrute del mejor espacio para su experiencia.
Amelia Camacho Guerrero.
1 julio 2025.