La acción de compartir la abundancia con todo aquel que nos acompañe es una respuesta que, de manera aprendida, se considera un acto de benevolencia, de una forma de manifestar bondad y buena voluntad.
Aprendemos a hacer cosas que, muchas veces no comprendemos debidamente para hacerlas conscientemente.
La generosidad es una forma de dar y de compartir abiertamente lo que tenemos. Darnos la oportunidad de sentir y de vivir disfrutando lo que tenemos con las personas que queremos y con todas aquellas que deseamos es un indicio de consciencia que se ha expandido hasta saber que nada nos pertenece y que todos somos uno y lo mismo.
La generosidad se vive primero en uno mismo. Ser generoso con uno no ha sido fácil porque no se entiende bien. Creemos que nos damos todo y no es así.
No sabemos ser generosos con nosotros mismos. Nos negamos el amor, la atención, el cuidado, el disfrute, el placer, la aceptación, el reconocimiento, la lealtad, la comprensión y muchas cosas más que buscamos en los demás y esperamos que sean ellos los que nos lo den.
Cuando empezamos a buscar nuestra propia identidad nos damos cuenta de que hemos de practicar la generosidad en y con nosotros.
La verdadera generosidad empieza cuando recordamos lo que somos. Cuando podemos reconocer a los demás de la misma manera en que nos veamos a nosotros.
Todo cambia y tiene significados distintos cuando sabemos quiénes somos. La vida es otra.
Amelia Camacho Guerrero.
30 abril 2024.