Todas las relaciones nos ofrecen cantidad de impresiones que ponen frente a nosotros la oportunidad de mejorar las respuestas que ofrecemos.
El desarrollo psicológico de cada uno, hace que comprendamos más de nosotros y por ende de los demás. Cada uno nos ofrece una y otra vez la oportunidad de aumentar la capacidad de amar que tenemos y nos ayuda a amarnos más.
Las percepciones que tenemos de los demás se corresponden con las observaciones que hemos de hacer de nosotros facilitándonos ver, lo que por nosotros mismos, no vemos en nuestro interior.
Esa gran ayuda puede ser apreciada cuando con honestidad podemos reconocer ante cada característica las diferencias, que nos resultan difíciles de aceptar en los demás para incorporarlas como algo que es natural en la convivencia.
Todo lo que podemos reconocer aumenta el conocimiento de todo lo que hemos aprendido a ser y que, sin su reconocimiento, nos convence de una identidad que aparentemente es fija y conocida por nosotros. Esta ilusión hace que creamos que es lo que somos, alejándonos de lo que, en verdad si somos.
A través de las interrelaciones reconocemos también las necesidades reales, que no hemos atendido y que es lo que genera la forma en que aprendemos a demandar de los demás todo lo que requerimos, creando dependencias, apegos y fuertes lazos fortalecidos por significados emocionalmente cargados de grandes expectativas que finalmente nos llevan a la frustración y a la desilusión.
El entorno condiciona, pero no determina.
Es una tendencia psíquica para justificar las decisiones en base a la actitud de otros porque no hay autoconciencia ni autodeterminación.
Uno se hace humano en relación a otros, ya que otros son los que me sacan a mí de mi subjetividad.
El espíritu es relación entre personas, es el movimiento de uno mismo con el otro y lo bueno es la realización del espíritu.
Salud es salir de mí hacia otro.
Enfermedad es encerrarme en mi mismo.
Felicidad es una necesidad psíquica, no espiritual.
El crecimiento consciente es lo que nos pone de acuerdo en las diferencias y nos conduce a la unidad para así trascenderlas. La igualdad de derechos proviene de la igualdad de espíritu.
El ego tiene que afianzarse, para luego trascenderse con la espiritualidad.
Tú eres la realidad de Dios para mí.
Es tomar consciencia de lo que hacemos y vivir la consciencia de unidad en la cotidianidad ayudando a otro a ser humano alcanzando así un nivel espiritual.
Mejorar sin pensar en el resultado.