Nuestra relación con las emociones es, en los mas de los casos, complicada y difícil. Desconocemos que hacer cuando una emoción nos agobia y a veces asusta darnos cuenta de que desconocemos como conducir estas expresiones que siempre están presentes. La vida emocional es rica en experiencias y el vínculo que nos une a ellas es la emoción. Vivir todas las emociones es parte de la oportunidad de conocernos, saber que sentimos y darles paso a cada una de ellas es conectar con nuestro ser, es valorar la inmensa capacidad que nuestro sistema nervioso tiene para procesar todo, lo que las múltiples impresiones que nos alimentan día a día, nos ofrecen.
La emoción es el pegamento de la experiencia, los eventos de la vida quedan en nuestra memoria por lo que nos hacen sentir.
Hay emociones que se viven bien y otras tantas, que se experimentan de la peor manera y son ocultadas, rechazadas y controladas haciendo todo para ocultarlas ya que despiertan heridas que desde la niñez no fueron atendidas y digeridas. El miedo, el enojo y la tristeza son unas de ellas. Las heridas que tocan no sanaron y son huellas que duelen una y otra vez cuando los eventos que las tocan las hacen surgir. El rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia.
Aceptar que hay heridas no sanadas no es muy fácil ya que es preferible culpar a otros en lugar de responsabilizarse de lo que cada quien vive y se prefiere seguir culpando a los demás de ser la causa de miedo,de enojo, de tristeza viviendo así la negatividad de estas emociones que producen enfermedades, que al tiempo, afectan gravemente al cuerpo.
Las impresiones que nos nutren son alimento constante que pasa por el mismo proceso digestivo que el alimento sólido. La manera en que ignoramos que todo lo que se vive se digiere, nos hace pensar que es la comida lo que nos daña. La aceptación de lo que vivimos y de lo que ya se vivió, con responsabilidad propia de como se vivió, ayuda a que la digestión de todo sea natural y fluida.
Los apegos, la rigidez mental, la necedad impiden que avancemos en este camino, ser víctima de todo, juzgar a los demás, juzgarse a si mismo, querer dominar a los demás, daña, no a los demás, sino a quien lo practica.
Perdonarnos y perdonar a otros de lo que los hacemos responsables, es llegar a la comprensión de que la salida es tener amor por uno mismo y amarse significa hacerse cargo de la propia vida, dándose el derecho de vivir todo tipo de experiencias para lograrlo. Así es como se consigue vivir en un cuerpo sano y lleno de energía que permita crear la viva que se quiere.
No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti y no te hagas a ti lo que no le harías a nadie.
Amelia Camacho Guerrero.
30 Julio 2016.