El juego de la vida en tercera dimensión.


Venimos a jugar en un lugar desconocido y lleno de situaciones que propician aprendizaje y experiencia.

Jugar cualquier cosa implica conocer reglas, condiciones, leyes, que por supuesto desconocemos al venir. Esto hace la experiencia muy interesante y complicada.

Una característica es la dualidad ya que ésta incluye la realidad polarizada que  pone en desbalance  muchos momentos, pero que llena de conocimiento y sabiduría al vivir tantas y variadas situaciones.

Ignoramos que estamos en un juego y tomamos todo con tanta seriedad que nos esforzamos por competir con eficiencia y deseo de ganar a cada persona y en cada situación. Esto convierte el juego en algo muy desgastante y lleno de sufrimiento.

Éste desmesurado esfuerzo puede conducir a estados emocionales verdaderamente incómodos, pero aún así, todo nos lleva a experimentar los extremos, hasta que las complicaciones se hacen insostenibles y conocemos el hartazgo, que es una puerta que nos hace buscar la salida para descubrir que todo era solo un juego y es hora de salir.

Es el momento en que, una vez ya saturados de experiencias en esa condición volvemos a nosotros mismos y dejamos de ir en busca de lo que solo encontraremos en nosotros mismos.

El exterior se ve, cómo lo que siempre ha sido, un escenario donde se juega, donde se hacen y crean las estrategias y los movimientos del juego, donde están todos los estimulos a superar, el espacio en el que se habita para poder participar y donde están todas las formas de responder y crear respuestas.

Vernos como los jugadores de esta forma de vida es debido a que se ha manifestado la consciencia de lo que somos. 

Dejamos de actuar como un personaje del juego. Somos ahora los que crean y expresan sus creaciones conscientes de lo que eligen vivir y dejan de ser guiados por el exterior.

Todo cambia porque todo se ve muy diferente, vemos al creador y lo creado, disfrutamos de cada experiencia y cambiamos constantemente de acuerdo a las circunstancias y de acuerdo a la frecuencia vibratoria de la consciencia que ha despertado de la ilusión del juego.

Todo esto se puede explicar así de rápido pero ha tomado muchas existencias darnos cuenta.

En ésta, el privilegio es ver que hemos llegado a un punto en el que es la hora de salir a vivir y no solo existir, crear y no solamente estar a la deriva, es hora de tomar el timón y dirigir todas las acciones para llegar a manifestar el ser que somos y experimentarlo en esta realidad, con toda consciencia, para participar en el sublime proceso evolutivo de la especie que nace y es el humano luz, el humano que sabe quién es y lo manifiesta reconociendo su naturaleza y su identidad real.

Feliz renacimiento, feliz año nuevo !!


Amelia Camacho Guerrero.

1 enero 2023.