El espejo y sus reflejos.

Vernos desde lo que esta escondido en las sombras no resulta muy grato para el ego. El siempre trata de justificar y seguir escondiendo lo que no quiere que se vea es el maestro del teatro, un teatro que recurre a las mas diversas actuaciones, a los mas complicados papeles y siempre los desempeña con habilidad.  Sentirse descubierto no le gusta. Sentirse en riesgo de perder su lugar , tampoco.  Aceptar cambios, le es difícil.  Verse con honestidad, le cuesta mucho.

Por ello al verse ante la luz del conocimiento busca formas de negación que impiden la aceptación de lo que el reflejo le muestra. Para ello recurre a la máscara de la perfección. El siempre hace todo bien. El siempre da todo lo necesario. El siempre está en lo correcto. El siempre es incomprendido. El siempre es cuidadoso. El siempre...... algo más. 

Así juega el rol de víctima , muchas veces sin darse cuenta, porque no se oye.   Reconocerse desde este aspecto no ha sido fácil porque la atención sigue afuera, observando a los demás.   Ver nuestros propios reflejos a través de los demás nos ayudará a ver estas actuaciones.  Caer en la victimización , ayuda a esconder lo que  no queremos ver de nosotros y favorecerá al ego perfecto.  Su disfraz complace y halaga y eso es un alimento que hipnotiza y duerme además de permitir que la culpa se exprese haciendo responsables a otros.  Ver nuestro espejo y aceptar lo que nos muestre sea como sea, favorece el cambio de actitudes y ayuda también a los que nos rodean, a no caer en identificaciones que hacen que perdamos el rumbo al despertar de la consciencia.


Amelia Camacho Guerrero.

29 Junio 2015