Educar transmitiendo, exaltando lo eminentemente humano, despertando la consciencia y la reflexión personal para provocar la responsabilidad de los actos y respuestas que damos, es un acto educativo por excelencia.
Provocar la atención en la conducta y desarrollar el cuidado personal y el amor y aceptación por uno mismo constituye un objetivo primordial.
Enseñar la no dependencia y el desapego para formar seres humanos seguros de sí mismos, conscientes de sus talentos y capacidades, generosos, serviciales, inteligentes y responsables, creativos y felices, infinitamente agradecidos : son temas ineludibles en este proceso.
Nadie enseña lo que no ha aprendido. Nadie da lo que no tiene.
Si educar significa solo hacer que otros repitan acciones y palabras, expresiones y actitudes por disciplina y obediencia de manera mecánica esto es solo un entrenamiento que duerme al potencial interno y a la inteligencia conduciendo al individuo a un desarrollo inconsciente que va a responder por imposición y no por convicción .
Amelia Camacho Guerrero.
13 julio 2018.