Despertar de consciencia y despertar espiritual.


Aunque van juntas , no son lo mismo.

Las tendencias actuales nos ofrecen cantidad de alternativas para lograr esa amplitud de consciencia que permite tener una percepción distinta ante la realidad que experimentamos.

Cada avance en la captación de información y de datos que abren la mente a diferentes visiones es una expansión de lo que hasta el momento no existía en el escenario de la vida.

Por supuesto que cada nueva percepción rompe creencias y paradigmas anteriores y cambia incluso la actitud y forma de pensar de una persona.

Esa transformación es mayor cada vez que la mente se exponga a nueva información .

El cambio en la manera de pensar es una metanoia, un paso hacia una comprensión mayor porque es justo a través de la comprensión que se logra el cambio.

La consciencia avanza y deja atrás ideas y conceptos que fueron construyendo una identidad que ya no se ajusta a la nueva visión que , una vez ampliada, ya no puede seguir siendo igual.

Los ojos parecieran diferentes y son los mismos pero ahora perciben de manera diferente. Una vez que la consciencia despierta y abre su potencial de observación, de percepción, de inclusión, ya no vuelve a ser la misma.

Darse cuenta de lo que no existía en la realidad personal, de lo que la mente no veía, es captar la información y experiencia que ahora se tiene con una profundidad y mentalidad que facilita la relación con todo.

Se introducen en la respuesta cotidiana actitudes de aceptación y respeto, de atención y reconocimiento que ofrecen otros estados internos que favorecen la tranquilidad y armonía.

Una respuesta valiosa en este periodo es la responsabilidad de la vida propia y el incremento de la confianza y amor por uno mismo.

Al acercarnos a este mundo interior nos interesamos por descubrir lo que somos.

Es ahí donde se vive el contacto con la esencia y la búsqueda del ser. Es el inicio del despertar espiritual.


Amelia Camacho Guerrero.

3 marzo 2024.