Todo lo que vemos ha sido un pensamiento en la mente de alguien. Todo lo creado es producto de la atención e intención que se manifiesta con emoción y pasión que se le pone. Todos somos partícipes de lo que es nuestro mundo y nuestra experiencia. Día a día creamos , aún sin darnos cuenta, la realidad que manifestamos con nuestras creencias y representamos esa realidad ante nuestros ojos. No hay una sola cosa que este exenta de esta participación. El intercambio de impresiones que en todo momento se realiza nos ofrece oportunidades para creer y para crear.
La obra que es nuestra vida, es toda una creación, una obra en la que hemos puesto intenciones, acciones, pasiones, pensamientos, ideas que manifestamos en la realidad que cada uno vive. El arte de vivir es el arte de crear.
Somos los creadores y protagonistas, productores y realizadores de todo lo que vivimos.
Ser conscientes de esto hace que nuestra obra sea tan satisfactoria o tan desdichada como queramos. En esta obra ponemos nuestra intención y propósito, nuestra consciencia o ignorancia, nuestra confianza o miedo, nuestra fe y nuestra certeza para que la manifestación sea como la queremos. Por supuesto que el escenario está ahí para todos y ese, es como es. Nosotros actuamos en el y lo interpretamos con lo que tengamos en nuestra consciencia, por ello las obras son tan diferentes y variadas.
El mundo interior es nuestra creación y es en el que vivimos. Nadie puede interferir en las creaciones personales. Todos podemos hacer magníficas creaciones y ayudar a otros en sus realizaciones. La consciencia que tengamos de nosotros mismos hará que causas y efectos sean benéficos en el mundo que nos rodea.
Amelia Camacho Guerrero.
21 Junio 2016.