Vemos en la actualidad información muy variada de las formas en que hemos de alimentar a nuestro cuerpo. La gama de productos es increíble y la calidad de ellos puede ser discutible.
La moda y los estereotipos que el mundo impone son también puntos de enfoque para el que está pendiente de todo aquello que determina el sistema de creencias adquirido.
Alimentar y alimentarse no es un asunto que haya estado en la mente de la gente. Esto ha sido una actividad cotidiana correspondiente a la satisfacción de una necesidad básica, que por cierto, ha ocupado mucha atención. La publicidad se ha encargado de ello y no es la mejor forma de saber que es lo mejor que ha de consumirse.
Así como alimentarse bien es necesario, alimentar a los demás es también algo que requiere de nuestra atención.
Ni siquiera nos hemos dado cuenta de que lo que hacemos y decimos, lo que ofrecemos y manifestamos en nuestro mundo es la forma en que damos alimento a los que nos rodean. Los lugares que frecuentamos, la música, la belleza que nos rodea, las conversaciones, las lecturas, las impresiones que incorporamos cotidianamente son alimento que digerimos sin darnos cuenta.
Ser capaces de escoger adecuadamente nuestra alimentación equivaldría a tener consciencia de lo que nutre no sólo el cuerpo sino también la mente y el alma.
Los cinco sentidos comen todo el tiempo. Asi como cuidamos los productos que cocinamos, así también cuidemos lo que seleccionamos para nuestros sentidos. De ello depende el mundo interior en el que siempre vivimos.
Amelia Camacho Guerrero.
3 Noviembre 2017.