Cambio dimensional.

Esto puede resultar confuso y complicado para algunas mentalidades.

La fluctuación de la energía que todos somos experimenta movimiento todo el tiempo.

Todo vibra y está en permanente acción, así se expresa la energía. Las vibraciones son lentas o muy rápidas, porque la energía es densa o muy sutil.

Cuando la vibración es baja, la materia es más pesada. Por eso cuando nuestro estado emocional es descontrolado nos lleva a experiencias de sufrimiento, de dolor, de miedo y la frecuencia vibratoria de nuestra energía es muy baja, nos sentimos cansados, pesados y el ánimo está por los suelos. No tenemos fuerza para hacer nada, hay desidia, flojera, tristeza, depresión y abandono de nosotros mismos. Toda la energía es consumida por el tipo de emoción que vivimos.

Al estar fuera de nosotros mismos, no hay forma de recuperación ya que el estado interno depende de estímulos externos, el individuo vive en observación de lo que sucede afuera y el interior carece de la atención que ayuda a dirigir las emociones con inteligencia y consciencia.

Cambiar la frecuencia vibratoria de la energía implica vivir en constante atención a nuestro estado emocional y al interior, que es donde se interpreta y significa todo lo que nuestros sentidos perciben dando como resultado el estado de ánimo que manifestamos ante cada circunstancia de vida. Ahí está nuestro mundo, ahí se vive la vida de cada uno. Nada sucede afuera.

Mantener una frecuencia vibratoria alta requiere de mucha atención y voluntad, de conocimiento y compromiso, de responsabilidad y desapego. Estamos viviendo una época de profundos cambios, externos e internos. Estamos en un proceso evolutivo no solo de la especie sino del nivel de consciencia de la humanidad entera.


Amelia Camacho Guerrero.

7 octubre 2020.