Esto nos coloca en la percepción de un espacio en el que debiéramos permanecer para no bandear entre pasado y futuro.
Siempre ha habido un antes y un después de muchas cosas. Esos momentos los hemos vivido y también nos han colocado en situaciones que nos han hecho pensar en quedarnos en lo conocido y tal vez deseando que nada hubiese cambiado.
La implacable realidad nos enfrenta siempre a cambiar. Y si, las cosas se ven y son diferentes.
El espacio entre el antes y después, es un lugar donde, es un lugar neutral, el lugar donde la aceptación tiene lugar.
Posteriormente vemos lo que era y lo que ahora es, y podemos transitar en el cambio sin conflicto. Es el momento presente. Es el tiempo de transformación, de un estado interno de paz y armonía.
El antes y el después existe en la mente y si le damos toda nuestra atención , ella podrá estancarnos en ese interminable juego que logre transtornar el presente.
La observación de estos momentos ha de ser para valorar los cambios y la forma en que los vivimos. Dar reconocimiento a la capacidad de cambio que manifestamos y hemos manifestado miles de veces.
Sufrir por el después y añorar el antes, no es vivir. Vivir en el presente , apreciar la experiencia pasada es darnos la oportunidad de soltar en el camino todo lo que ya no conviene cargar cuando todo se modifica a nuestro paso.
Estamos en un mundo que nos lleva a cambiar de maneras muy rapidas y cuesta trabajo digerir los cambios a la rapidez que se presentan.
Somos capaces de hacerlo, hoy lo estamos haciendo todos a la vez.
Frente a nuestros ojos suceden eventos que atestiguar y es natural que nos impacten, por tanto permanecer en casa ( interior ) y física es necesario. Estamos aprendiendo a ver sin juzgar, a observar con criterio y objetividad, a discernir y ser atentos a nuestro propio ser para responder con la consciencia que nos asiste siempre.
Ni antes , ni después, ...... Hoy !!!
Amelia Camacho Guerrero.
15 abril 2020.