Celebremos por siempre el poder vivir en amor, que no sea solo una fecha programada, condicionada por la sociedad, la que haga que nuestra consciencia ponga atención en algo tan preciado.
Establecer la manifestación del amor que somos como una forma de ser. Como la elección para responder ante cada impresión que recibimos, en cada encuentro,con cada persona.
Parte esencial para compartir este tesoro será siempre el amor hacia uno mismo. Sabemos que " nadie da lo que no tiene " y esto no es la excepción.
Llegar a experimentar el amor equivale a saborearlo, vivirlo, sentirlo y será hasta que esto suceda cuando realmente se experimente trascendiendo todo obstáculo, todo condicionamiento, toda idea, toda teoría, todo análisis.
El amor no se piensa, no se explica, no pasa por la mente, su camino es desde el espacio más profundo y elevado del corazón. El lugar íntimo del alma, donde tu ser habita, donde vive el amor que has buscado en otros lugares ignorando que es la expresión de lo que eres, has sido y siempre serás.
Compartir este tesoro es la dicha más grande a la que podemos aspirar, es la realización plena que hace que el ser humano sea capaz de manifestar el espíritu en la tierra.
No hay regalo más grande que la presencia del amado que despierta el amor en el interior de uno y además comparte su amor con lenguajes cotidianos, espontáneos e inagotables. Esas variadas maneras en que los amantes se entregan, cada uno, a su forma y en su estilo palabras, caricias, contacto, atención, cuidado, miradas, presencia, emociones, risas, ternura, etc.
El amor es el alimento del alma. No hay fuerza más poderosa. El amor es la consciencia más elevada que todos podemos alcanzar. Es la expresión mas sublime del espíritu que somos.
Por todo esto San Agustín expresó :
"Ama y haz lo que quieras."
Amelia Camacho Guerrero.
14 febrero 2020.