Las apariencias engañan, dice la consigna popular y también dice: dime de que hablas y te diré de que careces.
Todo nos da una enseñanza y sin embargo no aprendemos el mensaje escondido en palabras tan escuchadas y tan repetidas.
Aparentar es una forma de vida que se puede ver en todas las personas, todos tratan de impresionar y de mostrar una identidad que no se tiene, es una actitud que desgasta mucho y cuesta mucho trabajo mantener.
Es simular todo el tiempo que se sabe lo que no se sabe, que se tiene lo que tampoco se tiene, que se es, lo que no se es y se vive actuando, fingiendo, siempre en una vida ilusoria. Esa identidad falsa cobra mucha energía. No satisface suficiente y tarde que temprano se desvanece.
Es un juego, el juego de la apariencia que es una competencia que impide la sencillez y la humildad que es imposible expresar con tantos disfraces.
La sencillez del Ser sin sinceridad y franqueza no obtiene la plenitud que puede manifestar.
Cuanto más se aparenta, de mayor carencia se habla.
Aquello que abunda ni siquiera se menciona. Observa como no pides lo que ya tienes.
No esperas lo que ya es tuyo. No demandas lo que no te hace falta.
Todo esto lo compartes porque te pertenece y eres generoso con ello.
Escucha tu voz y tu palabra, ella nombra lo que hay en tu interior. Todas las cosas que demandas de los demás hablan de tus carencias, de las expectativas que solo te dan frustraciones.
Nadie necesita ser lo que no es.
Lo que cada uno es, es maravilloso, es increíble y es innecesario fingir algo diferente, solo la ignorancia de uno podría convencer de que hay algo mejor que eso.
Amelia Camacho Guerrero.
4 Septiembre 2017.