Solsticio de invierno.

Época del año en que se percibe la necesidad de volver la mirada hacia adentro y hacer una revisión de los logros y experiencias vividas durante el año. 

Tiempos de grandes reflexiones y análisis, de consideraciones, de actitudes personales, de emociones y resultados. 

Los estados internos afloran con las festividades de fin de año y exaltan la atención hacia las relaciones y los núcleos familiares. Son tiempos de reconciliación con uno mismo y con los que nos rodean. 

Momentos de melancolía y de amor, de felicidad y de armonía que deseamos compartir con todos. Recapitulación y revisión de la vida, de profunda introspección.  

Todo nos prepara para esperar el tiempo del florecimiento de nuevas ideas, planes y proyectos que, llenos de grandes propósitos, deseamos llevar a cabo para el siguiente año. 

Aprovechar el tiempo para liberar lo que, desde ese espacio interior, sabemos que hemos de dejar atrás, hacer cambios importantes que permitan la creación de realidades diferentes corrigiendo lo que hoy ya no queremos repetir, lo que nos es inútil y que estorba para continuar en un camino de paz y de realización, eso es posible en este momento.

La buena voluntad con la que nos veamos ayudará a poner orden y a decidir dar los pasos necesarios para que, tanto nuestro interior como las relaciones con los demás, tomen un cause favorable para disfrutar de la abundancia que nos rodea.

No desperdiciar la oportunidad de amar y de compartir lo mucho que podemos dar. 

Recordar en cada momento que nada ni nadie está garantizado en nuestra existencia y que nuestro paso por la vida está destinado a brindar siempre lo mejor que podamos, para así llenarnos de lo único que nos llevaremos cuando nuestra experiencia humana termine : el amor que fuimos capaces de sentir y de compartir.

Sea esta Navidad  el verdadero nacimiento del amor en toda la humanidad. 


Amelia Camacho Guerrero. 

21 diciembre 2018.