La niñez en nuestro interior.

 El niño que vive en nuestro interior necesita atención y cuidado. Es la forma de sanar aspectos de nosotros mimos que salen a relucir cuando la desatención y el desamor vividos en la niñez nos conducen a la demanda del cumplimiento de esos requerimientos en la edad adulta. Estas carencias se reflejan en comportamientos que se repiten una y otra vez en las relaciones que tenemos y que expresan nuestra conducta en actitudes que creemos normales porque hemos aprendido a verlas tan frecuentemente que se han aceptado como una forma de ser.

El pensamiento que interpreta esta carencia de manera repetitiva produce una respuesta que se manifiesta en la realidad como algo tangible y real.

Vernos abandonados, tristes, no queridos, frustrados ante múltiples eventos vividos en esa etapa, han dejado desolado, desatendido a un niño que no ha crecido psicológicamente y se ha estancado en aquellos eventos dolorosos. Cuando una situación actual nos recuerda alguno de esos momentos, la respuesta se repite desde el niño que aun sufre por lo vivido y no sabe cómo salir de ese espacio doloroso.

Volver a esos momentos con la consciencia de hoy, que comprende que la ignorancia impidió que pudiéramos ver esos momentos como hechos ya sucedidos, sin culpa, sin reclamos o lamentaciones por las interpretaciones que se hicieron ante la respuesta que se vivió, requiere de valor, sinceridad, mucho amor y aceptación para guiar la experiencia en una dirección diferente. De otra manera la herida que la niñez tiene no se sana y seguirá sangrando a lo largo de la vida.

Encontrarnos con el niño y sus interpretaciones, sus dolores y sufrimientos, es enfrentarnos a nuestra propia capacidad de ayuda. Pensar en cómo consolarnos, expresarnos aceptación, sin torturarnos más con los recuerdos y pensamientos que nos llevan ahí; abrazar y amar a ese desvalido niño que lo único que pide es amor ,aceptación y atención, es dar un paso muy grande para aliviar la necesidad de de revivir una y otra vez esa experiencia.

Ofrecer nuestro corazón como su casa, ofrecer nuestro amor incondicional a ese pequeño es reconocer que al único que le puede pedir eso es a uno mismo y solo uno mismo lo puede ayudar.

El sentimiento de abandono es un gran impulso para el crecimiento interno y la comprensión de que esta dura lección, es el recuerdo de nuestro propio abandono, es  ayuda para que asumamos la responsabilidad de amarnos y aceptarnos en todo momento.

Ver a ese niño con ternura, con suavidad, con dulzura para darle hoy el producto de una elevada consciencia que nos acerca al ser que somos y que facilita el proceso de reconocer y atender las necesidades que, en cada etapa de nuestra vida aparecen, para recordarnos nuestro objetivo primordial, que es, amarnos por encima de todo y así ser capaces de amar a los demás de igual manera. 

3 responses
SUPER INCREIBLE, FELICIDADES
haceptar que todavia hay un niño freacturado en nosotros mismos se

requiere de mucha honestidad para poder trabajar con ello
Lo importante ahora es amarme y atendeme para ser feliz y no regresar a lo que fué y que en su momento no sabía como solucionar fué una experiencia de vida que yo creo que me ayudó para estar en el camino en el que estoy gracias por esa experiencia, mi niño interior está tranquilo