La mente.

  Todo lo que existe estuvo algún día en la mente de alguien, nada se puede manifestar en ausencia de un creador.

Si cabe en la mente, ¡ existe !

La realidad que cada uno experimenta ha estado en el pensamiento de quien lo vive.

Todo es mente, dice la enseñanza budista y hay que comprender que la vida es, para cada quien, como su pensamiento lo dice. Asumir esta responsabilidad es haber dado un paso muy importante en el crecimiento personal porque equivale a hacerse consciente de la fuerza creadora del poder humano.

No se puede diseñar la vida de nadie, pero si la propia, ahí todo es como uno lo decide. Esa vida se expresa en el interior de cada uno, ahí donde solo uno sabe que sucede y lo que se siente.

Nadie puede intervenir en el interior para provocar ninguna reacción y ninguna respuesta que uno no acepte. Nadie puede hacerte sentir lo que no quieras. 

Evadir esta responsabilidad hace que culpemos a los demás por lo que vivimos pero somos nosotros los que interpretamos, percibimos y significamos cada evento con todo lo que aprendemos.

La culpa es útil para poner en otras manos la responsabilidad de lo que compete solo a nosotros. En la inconsciencia se culpa a todos por lo que nos sucede y dejamos esa tarea a los demás cuando en realidad es la falta de consciencia de nosotros mismos lo que genera esta respuesta.

Todos son responsables de la infelicidad, de la desdicha, de las desilusiones, del miedo, del sufrimiento o el fracaso porque ponemos estos resultados en los demás. Hasta Dios es el culpable de lo que vivimos.

Dejar de culpar es asumir lo que nos corresponde y liberar a todos de lo que no les pertenece.

Ser verdaderos creadores de la vida y construir un mundo interno sano y lleno de amor por nosotros es objetivo de la existencia.



Amelia Camacho Guerrero.

26 Abril 2018.