A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.

Fuimos  hechos a semejanza del Supremo Ser del universo. Nos fue dado todo lo que necesitamos para poder vivir en paz y armonía. 

La armonía de la creación. 

Hemos de olvidar de donde venimos y en el experimento de vida humana recordar qué  somos y para que estamos aquí.

 La consciencia de nuestra esencia es la que nos hace  crecer desarrollando el recuerdo de lo que somos y de donde venimos. 

Recuperar la armonía de la creación y manifestarla en este plano es objetivo y meta de esta existencia. 

Ser lo que somos y expresar los estados de nuestro ser en todo lo que nos rodea y en todo momento con los que nos acompañan en esta experiencia humana. 

El no interviene en nuestra vivencia porque nos creó con todo para que pudiéramos vivir como lo quisiéramos.

 Pedirle que arregle lo que no nos gusta o aquello que nos hace daño es poner  en sus manos lo que ha de ser producto de  nuestro trabajo. Es querer que arregle  lo que esta en nuestras manos hacer. 

Se le puede pedir ayuda, luz, claridad para encontrarnos cuando nos sentimos perdidos, pero no nos libera de lo que, en este plano, nos corresponde hacer. 

Habrá  que reconocer que nacimos con la libertad de crear nuestra experiencia con lo que nuestra consciencia nos permite pero El respeta lo que cada uno ha decidido experimentar. Así de misericordioso es, así de amoroso  es. 

Nadie más que nosotros mismos tenemos la facultad de salir de los embrollos en que por ignorancia nos metemos,  sin recordar que,  El,  nunca nos abandona pero nos permite vivir lo que deseamos. Su bondad es infinita y su paciencia eterna para esperarnos hasta que nos hagamos conscientes de lo que somos y de lo que creamos. 

A Dios nuestro amor y agradecimiento, nuestra alabanza y nuestra presencia por siempre.  Al Cesar le corresponde todo lo que en este mundo se vive. 

Es la diferencia entre la vida espiritual y la vida humana. 


Amelia Camacho Guerrero. 

25 Julio 2017.